UNA DANZA QUE NOS SALVE
- Florencia Trias
- 14 nov 2024
- 7 Min. de lectura
En principio contarte, que para mi la danza siempre fue sostén y salvación. Que a lo largo de mis 24 años danzando y llevando mi cuerpo a múltiples experiencias danzadas, fui recopilando entendimientos. Algunos de estos te comparto hoy, con la intención de que al leer, no te quede otra opción que desear salir de la quietud que tu teléfono o computadora te proponen para leer esto, y ponerte a danzar…
Citaré a Alice Walker en : ¨Los tiempos difíciles requieren danzas furiosas¨ a modo de introducción.
¨Soy la más pequeña de ocho hermanos. Cinco de nosotros han muerto. Comparto pérdidas, problemas de salud y otros desafíos comunes a la condición humana, especialmente en estos tiempos de guerra, pobreza, devastación ambiental y avaricia que van más allá de la imaginación más creativa. A veces todo esto resulta demasiado como para soportarlo […]He aprendido a bailar.
No es que no supiera bailar antes; tod@s en mi comunidad sabían bailar, incluso aquellos con varios pies izquierdos. Simplemente no sabía lo básico que era para mantener el equilibrio. Que los africanos siempre estén bailando (en sus ceremonias y rituales) muestra una conciencia de esto. Un día, me sorprendió mientras bailaba, saber que, los maravillosos movimientos por los que los afroamericanos son famosos en la pista de baile se produjeron porque los bailarines, especialmente en los viejos tiempos, estaban retorciendo varios de los nudos producidos por el estrés. Algunos de los movimientos de la parte baja de la espalda que nos han parecido simplemente sensuales, sin duda, se crearon después de un día de trabajo inclinado sobre un arado o una azada en la plantación de un esclavista.
Deseando honrar el papel de la danza en la curación de familias, comunidades y naciones contraté un salón local [...] para bailar nuestras penas, o al menos para integrarlas más suavemente en nuestra existencia diaria. [...] aunque tod@s hemos encontrado nuestra parte de dolor y problemas, todavía podemos mantener la línea de la belleza, la forma y el ritmo: un logro no pequeño en un mundo tan desafiante como este.
Los tiempos difíciles requieren un baile frenético. Cada un@ de nosotr@s somos la prueba.¨ Alice Walker
La danza que nos salva de la desolación, de lo solitario, de la angustia del colapso en el que estamos inmersos, de la desesperación que aprieta el pecho. La danza nos recuerda, en definitiva, nuestra conexión con el cuerpo. La danza nos da la posibilidad de habitar al cuerpo como el puente hacia la salvación espiritual. Una espiritualidad encarnada, donde el alivio y la fortaleza psíquica para continuar habitando este mundo hostil, aparecen al llevar a nuestro cuerpo al estado de danza. Si tuviera que describir de qué tipo de danza hablo cuando nombro a la Danza, necesito volver al orígen.
La danza es memoria, cultura y herencia de la humanidad
De todas, de todos, también de nuestros ancestros. Esta Danza, que intentó develar en palabras, es tan antigua como la humanidad misma. Es esa que apareció junto con el sonido del corazón, del tambor, del viento, de las mareas y de las chispas de un fuego, que nos reunió y nos permitió recordar. Es antiquísima, y a la vez puede ser tan nueva, puede estar tan acá, tan en el presente que no puedo perderme la oportunidad de invitarte a experimentarla.
“Lo que la danza nos hace compartir en el instante es la huella de todo lo que nuestro cuerpo lleva, pero también todo lo que nuestros cuerpos prefiguran de mañana” Francoise Dupuy
La danza está viva, porque nosotros lo estamos. Porque nuestros cuerpos pulsan y laten, y danzan a cada segundo. Esta danza espiritual que yo llamo somática y corporal, es la que permite abrir un portal. Un instante de religión, en el sentido primero de la palabra. Un instante para volver a unir. Como diría Osho, un instante donde se cuele el tiempo vertical, el tiempo de dios, de la diosa, el tiempo que dialoga y conecta, el cielo con la tierra. Un estado alterado de la consciencia, donde el tiempo mundano se detenga para que alcancemos este estado que parece sobrenatural, ese nirvana que todos deseamos alcanzar. Un estado presente donde toda intención y rezo pueda ser entregado.
La danza transforma nuestras emociones
“No es el bailarín el que debe buscar comunicar emociones, baila. Y es todo lo que hace la textura de su danza, que se vuelve emocionante.”
Podemos realmente encontrar en la danza, un espacio donde sentir. Acoplando nuestro cuerpo a las diferentes texturas que la música nos trae, percibiendo cada parte del cuerpo, respirando en profunda conciencia, invitándonos a olvidarnos por un instante del afuera y sumergirnos en un espacio vacío, en donde aquello que precisa aparecer, aparece. Esa emoción que precisa manifestarse, se manifiesta. La energía tiene lugar para moverse y se expresa. Cada fibra de nuestro cuerpo es acariciada por nosotros mismos en un acto de recibimiento, donde la transformación tiene lugar a suceder. Cuando comprendemos que la espiritualidad se vive en el cuerpo, y que, este cuerpo custodiado por sus funciones fisiológicas, nerviosas y somáticas es también el que nos deja ver el mundo de una forma y no de otra, comprendemos que transformar este mismo cuerpo es el acceso a poder transformarnos, y con él transformar el mundo.
La danza cómo una experiencia corporal
“Como la Danza, si me defino desaparezco” Vanesa Menalli
Dicen que la Danza no puede ser nombrada, que en ese mismo instante donde se le da forma, se pierde y desaparece. Precisa, mantenerse ocultamente viva, cambiante y en movimiento. Idéntica, a nuestro cuerpo. Constantemente abre la posibilidad de ser exactamente eso que se está siendo, imposible de nombrar, porque en el instante mismo en que es nombrado se vuelve a transformar, y ya deja de ser lo que era. Lo vivo es lo único que se puede experimentar. Si ella no puede ser nombrada, tal vez la única posibilidad que tengamos de experimentarla, más que con la palabra, será con el cuerpo. Está danza nos habla de una profunda y primigenia conexión con nuestro cuerpo. Es el cuerpo, espacio oculto, continente negro y tambien temido, portador de misterios, pecados y deleites. El cuerpo, el único espacio en donde tenemos acción. Posibilidad de interacción, transformación, mutación. Es el cuerpo nuestro acceso directo a la materia-. Donde podemos accionar, mover, traccionar, sentir, modificar, saltar, correr, jugar, danzar. Es nuestro cuerpo, donde la danza sucede, donde la danza y el tiempo vertical pueden ser experimentados para sentir por un instante lo tan anhelado, la calma de la libertad.
La danza es del cosmos
Cosmovisiones antiguas, sociedades matrísticas, conocían y practicaban una danza, que te invitaba a entrar en el presente, a ritualizar el cotidiano. El TANDAVA, la danza del cosmos, está ahí disponible para ser danzada. Mas no como una metáfora, sino como una posibilidad terrenal y divina de sentir en nuestro cuerpo y espíritu, de observarnos en y más allá de la forma, de percibir la integración de nuestros centros energéticos y vitales, de nuestra sexualidad, con nuestra pelvis, de nuestro corazón y nuestras emociones, y de nuestra conciencia, en completo diálogo, coherencia e integración. La danza tandava como una tecnología ancestral que aporta maravillas a nuestra salud física, psíquica, emocional y espiritual. Una tecnología que nos acompaña a dejar atrás todo estado de abuso, desorden, neurosis que estos centros en su desequilibrio presentan. Experimentando el silencio interno, el vacío vital, donde la vida, el alma y el espíritu aparecen y nos agasajan con el gozo de su presencia. Donde la ternura, el cuidado, el conmovernos por nuestra propia fragilidad nos lleva a que eso mismo anhelemos, compartir con lxs otrxs.
Donde por primera vez aparece la salvación. De nuestras propias necesidades y deseos, sin olvidarnos que danzamos siempre en vínculo, con todxs lxs que fuimos, con la respiración, con el sonido, con otrxs humanxs.
Casi sin darme cuenta, apelando al inconsciente colectivo siendo a través mío, creé una comunidad donde la danza es el principal sostén. Es mi propósito, como regalo para mi misma y para otras, recuperar la danza como un derecho propio de existencia.
Esta danza no requiere de técnicas, ni de virtuosismos para ser danzada.
Esta danza recupera la danza cotidiana, la danza casera, esa que está impregnada de sensación y de presencia porque sos vos, vos misma quien la está recreando.
Esta danza que nos acompaña a sentir puro placer o puro dolor, que nos acompaña a sentirnos en cuerpo y alma haciendo uso de la cualidad bailarina del cuerpo, disponible para nosotras en todo momento.
Esta danza entra en sintonía con múltiples formas de música y sonido, la de la propia respiración, el sonido de los pájaros, el murmullo y el tumulto de la ciudad.
Esta danza nos permite sentirnos mejor, cuidarnos, conocernos y así transformarnos.
Esta danza nace desde la fuerza hasta la vulnerabilidad que somos, dejando aparecer toda nuestra potencia agresiva y erótica, así como nuestra dulzura, sutileza y suavidad.
Esta danza es un portal de conocimiento inmenso donde podemos acuerpar las múltiples caras del femenino, las múltiples cualidades que podemos ser y experimentar.
Durante mucho tiempo sentí que mi cuerpo no encajaba en las danzas académicas, no entraba en las formas, me costaban las técnicas, el ballet con sus formas exigentes y adoctrinadoras del cuerpo. Me forcé demasiado, me apreté, me exigí, me entrené, me esguincé, me fracturé. Frené, no pude bailar, decidí alejarme. La vida se encargó de contarme otros secretos para vivir mi cuerpo en danza, que con mucha honra e investigación continúo explorando e invitando a explorar….
La danza del futuro
Y ahora te pregunto, volviéndote protagonista de este movimiento que todos podemos habitar, ¿cómo es que podemos acuerpar y desarrollar la danza del futuro? ¿Cuál es la danza que nuestras comunidades están precisando, para poder atravesar el colapso social, sistémico, crisis de la fertilidad y de la economía global de este tiempo moderno? ¿Qué precisan danzar nuestras danzas? ¿Qué precisan contar nuestras danzas?
“Una comunidad utópica, artística, científica y educativa, desde la experiencia indecible de la danza…” Dominique Dupuy (Paris,1930), francés, bailarín y coreógrafo de danza moderna y contemporánea.








Comentarios